EL ROMANTICISMO EN EUROPA.
Es un movimiento que podemos relacionar con las revoluciones liberales y nacionalistas de 1820, 1830 y 1848. Sus características son:
1. Los pintores son impulsivos, exaltan la libertad y el progreso humano.
2. Vuelven la vista hacia la Edad Media para buscar los orígenes de sus naciones. El folklore nacional (trajes típicos regionales, costumbres) también es su fuente de inspiración.
3. Les atraen los mundos exóticos, como el mundo árabe, países europeos lejanos.
4. Pintan acontecimientos históricos o sucedidos en su época (acontecimientos revolucionarios, preferentemente).
5. Sus pinturas reflejan sentimientos fuertes, amor, pasión, lucha, desesperación.
6. En sus cuadros hay mucho movimiento, desorden, tensión.
7. Son pintores fundamentalmente coloristas, colores brillantes, potentes.
DELACROIX, pintor francés que destaca por su LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO, trata sobre la revolución de 1830 en París, cuando se acabó definitivamente con el absolutismo. Otro cuadro es LA MATANZA DE QUÍOS (1824) acontecimiento relativo a la lucha por la independencia del pueblo griego.
LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO:
En este cuadro se aplican las características 1, 4, 5, 6 y 7.
LA MATANZA DE QUÍOS:
En este cuadro se aplican las características 3, 4, 6 y 7.
LA CAZA DEL LEÓN
LA MUERTE DE SARDANÁPALO
GÉRICAULT, pintor francés, autor de LA BALSA DE LA MEDUSA, este cuadro representa una escena del naufragio de la fragata de la marina francesa Méduse, que encalló frente a la costa de Mauritania el 5 de julio de 1816. Este cuadro es romántico porque tiene un tono apasionado y tétrico, con el hombre desconocido como protagonista absoluto de la historia.
EL CLEPTÓMANO
LA MONOMANE
DERBI EN EPSOM
CASPAR DAVID FRIEDRICH
DAS EISMEER
ACANTILADOS BLANCOS EN RUGEN
THE MONK BY THE SEA
THE TREE OF CROWS
MOONRISE OVER THE SEA
TURNER
EL TEMERARIO REMOLCADO A DIQUE SECO
THE SLAVE SHIP
LIGHT AND COLOR
MODERN ROME
THE BATTLE OF TRAFALGAR
COMENTARIO:
THE TREE OF CROWS:
Este recuerdo de la muerte es una de las principales obras de Friedrich, quien en 1822 había alcanzado su plena madurez. Su motivo central es una vieja encina, con sus ramas muertas o rotas, recortadas frente a un colorido atardecer. Los árboles jugaron un papel destacado en la obra del artista, quien realizó numerosos estudios del natural, a veces asociados, como en este caso, a túmulos; ya fueran sauces, álamos, encinas, robles o castaños, sus figuras individualizadas pueblan sus lienzos y sepias, hasta el punto de constituir el motivo principal en obras como Paisaje con un árbol solitario o Roble en la nieve. Éste, en concreto, procede de un dibujo de 1809, realizado en Neubrandenburg con motivo del viaje que hizo a su patria poco antes de la muerte de su padre; otros dibujos aprovechados datan de 1808 y 1809. A la izquierda, en la lejanía, se distinguen los acantilados cretáceos de Arkona en la isla de Rügen. El roble se asienta sobre un túmulo, un Hünengrab, es decir, un "túmulo Huno", como se llamaban en la época - en alusión legendaria al belicoso pueblo asiático - tal y como consta en una inscripción en la parte posterior del lienzo; es símbolo pagano, de la fugacidad de la propia individualidad humana. A las ramas se aproximan algunas cornejas, aves de mal agüero, mensajeras de la muerte. La encina se abre fuera del límite del lienzo, hacia arriba y la izquierda, dejando espacio visible hacia el fondo. La encina posee un concreto significado cristiano, invertido en esta ocasión por Friedrich a su sentido negativo; según San Judas, los caídos en herejía son " árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz".
ACANTILADOS BLANCOS EN RUGEN:
En el primer término de la pintura aparece un prado, donde hay tres personajes. A la derecha, hay un hombre en pie, que tiene una actitud calmada y mira hacia el mar. También lo hace la mujer que se encuentra sentada a la izquierda, la cual tiene una cabeza inusualmente pequeña. En medio, otro hombre, arrodillado en el suelo, mira por encima del borde de un vasto y alto acantilado que lleva al océano infinito.
Dos árboles claramente reconocibles forman un marco para la escena. El árbol de la derecha es más grande que el de la izquierda. Mediante una abrupta transición, se pasa a las rocas cretácicas del acantilado. Se ven las afiladas puntas de creta blanca.
Y en el fondo, el amplio mar abierto que se extiende pacíficamente hasta el horizonte.
Tradicionalmente se ha considerado que representa a los Wissower Klinken, una formación de creta en la isla de Rügen, de la que recibe su nombre el cuadro. Esta existía ya en tiempos de Friedrich, aunque su aspecto actual sólo es el resultado de la erosión posterior. Sobre la localización y el punto de vista del pintor, las opiniones difieren. Es posible que Friedrich mezclara vistas de colegas con dibujos propios.